Existen dos niveles de habilidad laboral
y, en consecuencia, dos tipos de modelos de habilidad
laboral. Uno de ellos -que es, por cierto, el más extendido
en el mundo empresarial- valora las habilidades umbral,
las habilidades que las personas necesitan para acceder
a un trabajo concreto. Se trata de las habilidades mínimas
necesarias para llevar a cabo adecuadamente las tareas
asociadas a una determinada función.
El otro tipo de modelo de habilidad laboral
se refiere a las habilidades distintivas, las capacidades
que muestran los trabajadores "estrella" y que los diferencian
de los trabajadores promedio. Éstas son las habilidades
que necesita una persona en un determinado puesto para
alcanzar un nivel de rendimiento sobresaliente.
Por ejemplo, el elevado nivel de especialización
técnica necesario para desempeñar cualquier trabajo
tecnológico en el ámbito de la informática constituye
una habilidad umbral. Pero las dos habilidades necesarias
para que alguien alcance la excelencia en ese dominio
profesional son el impulso para mejorar y la capacidad
de persuadir e influir sobre los demás... ambas francamente
emocionales.
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Y, aunque son buenos indicadores generales,
las listas de habilidades no nos dicen exactamente cómo
contribuye cada uno de los ingredientes que las componen
a un resultado sobresaliente. En este sentido, los mejores
datos nos los proporcionan los estudios sobre habilidades
que se ocupan de ponderar el peso relativo de cada uno
de los elementos compositivos que diferencian a los
trabajadores "estrella" de los trabajadores promedio.
Así pues, por ejemplo, una determinada competencia cognitiva
puede ser tres veces más importante que una competencia
emocional -o viceversa- en su papel de catalizador del
resultado "estrella".
En un estudio realizado en Boston sobre
cuarenta empresas con objeto de evaluar el peso relativo
de cada una de las habilidades que permitían diferenciar
a los trabajadores "estrella" de los trabajadores promedio,
los resultados demostraron que el peso relativo de las
habilidades puramente cognitivas era de un 27% más frecuente
en los trabajadores "estrella" que en los promedio;
un porcentaje que, en el caso de las habilidades emocionales,
alcanzaba el 53%. Dicho en otras palabras, el peso ponderado
de las habilidades emocionales en la excelencia parece
ser dos veces más importante que la experiencia y las
actividades exclusivamente intelectuales.
Estos hallazgos sobre el peso de la habilidad
emocional se ajustan perfectamente a un modelo general
que demuestran también otros estudios empíricos acerca
de la excelencia laboral, ya que los datos, recogidos
de una multitud de fuentes diferentes, sugieren que
las habilidades emocionales juegan un papel mucho más
importante en el rendimiento laboral óptimo que las
habilidades cognitivas y que la experiencia técnica.
Richard Boyatzis, de la Weatherhead School of Management
de la Case Westem Reserve University, llevó a cabo un
estudio (ya clásico) con más de dos mil supervisores,
jefes intermedios y ejecutivos pertenecientes a doce
empresas diferentes, según el cual, sólo dos de las
dieciséis habilidades que diferenciaban a los trabajadores
"estrella" de los normales no eran de índole emocional.
Ese mismo resultado volvió a aparecer
en un análisis a gran escala de las cualidades distintivas
de los trabajadores "estrella" realizado por Lyle Spencer
Jr., director de investigación y tecnología de Hay/McBer.
Este análisis incluye estudios de habilidad llevados
a cabo en doscientas ochenta y seis empresas, dos tercios
de las cuales se hallan enclavadas en los Estados Unidos
mientras que el tercio restante estaban distribuidas
por veinte países diferentes. Este estudio se ocupaba
de analizar las habilidades "estrella" en tareas directivas
-desde supervisores hasta directores generales-, personal
de ventas y marketing, profesionales científicos y técnicos,
profesionales de la salud, funcionarios del gobierno
y del ámbito educativo; incluso ministros de organizaciones
religiosas.
El estudio de Spencer identificó veintiuna
habilidades genéricas, dieciocho de las cuales estaban
basadas en la inteligencia emocional mientras que dos
de las tres habilidades cognitivas restantes eran de
índole intelectual (la habilidad analítica y el pensamiento
conceptual) y la tercera era la especialización técnica.
En otras palabras, la inmensa mayoría (más del 80%)
de las habilidades generales que distinguen a los trabajadores
"estrella" de los trabajadores promedio no dependen
de habilidades estrictamente cognitivas sino de la inteligencia
emocional.
Por su parte, Marilyn Gowing, directora
del centro de recursos y desarrollo personal del Departamento
de Relaciones Humanas de los EE.UU., llevó a cabo un
análisis exhaustivo, en el ámbito de los trabajos funcionariales,
de las habilidades distintivas propias de los trabajadores
"estrella". Se calculó la relación existente entre la
competencia técnica y las habilidades interpersonales
que diferencian a los trabajadores sobresalientes en
todos los niveles del escalafón. Este análisis permitió
determinar que, en lo que respecta a los puestos de
nivel inferior (como obreros y oficinistas), las habilidades
técnicas parecen tener más importancia que las relaciones
interpersonales pero, en los niveles superiores (profesionales
liberales o directivos), éstas importan más que aquéllas,
algo que todavía resulta más evidente en el caso de
las ocupaciones de nivel superior.
Lyle Spencer Jr. y Wei Chen, de la delegación
de Hay/McBer de Boston, realizaron otro estudio sobre
la importancia de la habilidad emocional en los niveles
directivos, un estudio que se centró en más de trescientos
ejecutivos de nivel superior integrados en quince empresas
multinacionales y puso en evidencia la existencia de
seis habilidades emocionales fundamentales: influencia,
dirección de equipos, conciencia organizativa, confianza
en uno mismo, motivación de logro y liderazgo...estas
habilidades están ligadas a un amplio espectro de puntos
fuertes de la inteligencia emocional, desde la conciencia
de sí mismo y la motivación hasta la conciencia social
y las habilidades sociales.
De todos estos estudios se deduce, pues,
que ni la especialización técnica, ni la capacidad intelectual
nos permiten distinguir los trabajadores "estrella"
de los normales, aunque sí que cabe señalar entre aquellos
una superioridad de un 13% en ciertas habilidades cognitivas
como el reconocimiento de pautas y el pensamiento "global".
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